La mayoría de las veces, sobrestimamos la dificultad de las cosas. Procrastinación, indecisión, temor: la raíz de estos problemas no está en la complejidad de los objetivos, sino en que los hacemos más complicados de lo que son.

Basta con mirar el mercado reciente para entenderlo. La Reserva Federal reanudó las bajadas de tipos, el mercado es volátil, y mucha gente cae en la parálisis por análisis: a veces revisan los fundamentales, otras veces los aspectos técnicos, o se preocupan por sus propias posiciones, y al final no pueden tomar ninguna decisión. En realidad, no es falta de información, sino que la mente está demasiado tensa.

Cuando tus pensamientos se vuelven confusos, cualquier voz o cada vela en el gráfico puede asustarte. Pero si logras aclarar tu lógica —qué quieres, por qué lo quieres y cómo lo vas a conseguir— el miedo disminuye. En vez de darle vueltas una y otra vez, es mejor trabajar primero en tu fortaleza mental. Muchas veces, la verdadera barrera está ahí.