El 4 de diciembre, Dubái fue escenario de un enfrentamiento cargado de pólvora: ¿qué vale más, el bitcoin o el oro? Dos pesos pesados se enfrentaron cara a cara para debatirlo.

Por un lado, el abanderado del bando de las criptomonedas, CZ; por el otro, Peter Schiff, defensor acérrimo del oro. Este duelo, que duró una hora, repasó prácticamente todos los puntos conflictivos del eterno debate entre activos tradicionales y nuevos.

**CZ saca un lingote de oro en directo y demuestra la "dificultad de verificación"**

El argumento principal de CZ es muy claro: el suministro de bitcoin está limitado a 21 millones, los datos en la blockchain son transparentes y comprobables, y la autenticidad es evidente al instante. Llevó un lingote de oro al evento y señalándolo dijo: "Mira esto, necesitas equipos profesionales para comprobar su pureza, peso y autenticidad; una persona normal no puede hacerlo. ¿Pero el bitcoin? Solo tienes que mirar la dirección de la cartera y todo está clarísimo."

En su opinión, la certeza y verificabilidad de los activos digitales aplastará al oro a largo plazo.

**Schiff contraataca: "¿Algo sin respaldo físico puede llamarse valor?"**

Schiff, evidentemente, no compra ese discurso. Su lógica es tradicional: el oro tiene usos industriales, cuenta con miles de años de historia y es un valor sólido y tangible. ¿Y el bitcoin? "Su precio sube y baja sin parar, no hay nada detrás, la mayoría de los que lo tienen son especuladores, no lo usan realmente como dinero."

También criticó las tarjetas de pago cripto: "¿Crees que cuando pagas con una tarjeta usas bitcoin? En realidad, en el sistema ya lo han convertido a moneda fiat, es el mismo perro con distinto collar."

CZ replicó de inmediato: "A los usuarios lo que les importa es la rapidez y la comodidad del pago, ¿a quién le importa cómo se haga la conversión por detrás? Además, los pagos cripto ya están ampliamente implantados, no es solo un concepto de moda."

**Choque frontal de dos sistemas de valores**

Schiff defiende un sistema de valor tradicional, tangible y palpable; CZ dibuja el panorama de un futuro financiero sin fronteras, programable y adaptado a la era digital.

El significado de este debate va mucho más allá del cruce dialéctico entre ambos. En realidad, representa dos filosofías de activos totalmente opuestas: una arraigada en la historia, otra que abraza el futuro. Y esa diferencia, al final, se reflejará en la elección de cada inversor.

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