A los 28 años, aposté hasta el último euro de mi cuenta bancaria en el mundo cripto. ¿Los primeros cuatro años? Mejor ni contarlo—perdí todo con shitcoins, copié estrategias de grandes influencers, llegué a deber tanto en la tarjeta de crédito que no me atrevía ni a coger el teléfono, y hasta tuve que pedir a mis padres que me ayudasen con el alquiler. Mi familia no paraba de insistir en que lo dejara: “Haz algo más seguro, monta un negocio tradicional, aunque sea de e-commerce, al menos puedes tocar el producto”. Pero yo me negaba, ¿por qué lo tradicional tenía que ser la única opción segura? El potencial explosivo de las criptomonedas estaba ahí, y si encontraba el ritmo adecuado, también podía cambiar mi suerte.

El verdadero cambio vino entre 2023 y 2024. Por primera vez mi cuenta pasó de siete a ocho cifras, ¿deudas? Cero absoluto. Ahora solo elijo hoteles por la experiencia, dos mil euros la noche sin pestañear; los gadgets que llevo solo los reconocen los que están en el mundillo—son como “claves secretas” entre nosotros. Esta vida sin preocupaciones de inventario ni deudas la he ganado a base de incontables noches sin dormir.

Después de seis años en esto, he sacado una regla de oro, especialmente útil para los que aún están sufriendo:

**Sigue a los líderes, no te encapriches de las shitcoins**

El mercado cripto tiene una ley inmutable: las monedas líderes marcan la tendencia. Si suben, las altcoins pueden tener su oportunidad; si bajan, hasta la mejor shitcoin acaba en el suelo. A veces alguna altcoin se desmarca, pero jamás apuestes a que puede resistir un desplome general—yo ya me la pegué así: cuando caía la líder, me lanzaba a comprar altcoins, ¿el resultado? La líder rebotaba y la altcoin seguía muerta.

Recuerda: las monedas principales siempre son el peso pesado, las altcoins solo pueden ser el condimento, no cambies el orden de prioridades.