No tengo grandes aspiraciones, como mucho un poco de idealismo imposible de armonizar. Quiero tener una pequeña tienda en una esquina durante toda mi vida, y cuando ya sea mayor, veros llegar, también viejos, andando con dificultad, sentaros tranquilamente en un rincón, pedir algunos platos, pedir una jarra de vino, y saltear, freír, cocer a fuego lento los años pasados, saboreándolos despacio. «Ellos son los más felices».
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