La edición de este año de Art Basel en Miami Beach presentó obras de arte respaldadas por criptomonedas. ¿Una ironía? Estas piezas en realidad no desafían los sistemas de riqueza que pretenden interrumpir. Al contrario, los refuerzan—y aquí está el quid de la cuestión: no eres solo un espectador. Eres cómplice. Al recorrer esas galerías, te conviertes en parte del mecanismo. Los recibos en blockchain, la propiedad tokenizada, la escasez artificial—todo refuerza las mismas estructuras de poder que los mercados de arte tradicionales construyeron hace décadas. Solo que ahora hay un libro de contabilidad digital certificando tu participación. Llámalo democratización si quieres, pero los guardianes simplemente cambiaron los trajes por sudaderas con capucha.