Los marcos regulatorios europeos han transformado el panorama de las startups en todo el continente de formas inesperadas.

¿La realidad actual? Muchos emprendedores con raíces europeas ni siquiera están lanzando sus proyectos en su país de origen. Existe un patrón evidente: los fundadores se están trasladando a jurisdicciones como Estados Unidos o Dubái antes incluso de constituir la empresa. Algunos se dirigen a otras regiones favorables para startups donde los obstáculos regulatorios resultan menos asfixiantes. Ya no se trata solo de impuestos: ahora importa la flexibilidad operativa, la rapidez para llegar al mercado y evitar el atasco burocrático. La fuga de cerebros es real, y el capital sigue al talento.