¿Lo sabías? Los alquimistas de antaño se afanaban frente al horno, intentando crear el elixir de la inmortalidad, pero un pequeño error en la fórmula y—¡pum!—la pólvora apareció de la nada.

Recientemente, algo parecido ha pasado en BSC. Un pez gordo estaba experimentando en la cadena y, por pura casualidad, dio con un proyecto explosivo. Esto me recuerda que la mayoría de los inventos que cambian el mundo en los libros de historia no salieron según lo planeado.

Newton fue golpeado por una manzana y descubrió la gravedad; Fleming dejó una placa de Petri sin tapar y surgió la penicilina. Ahora la innovación on-chain va por el mismo camino: a veces, los mayores avances están precisamente en esos momentos en los que todo “sale mal”.