Mira cómo está la cosa: el mercado ya ha digerido perfectamente la expectativa de recorte de tipos de la Fed esta vez: actualmente la probabilidad de un recorte en septiembre se ha disparado al 86%, una cifra que prácticamente equivale a una carta boca arriba.

Pero aquí viene el problema: esta expectativa ya la han descontado por completo las manos inteligentes. Fíjate, en estos tres meses la bolsa estadounidense ha estado subiendo sin parar, el Bitcoin ha pasado de 60.000 a 120.000, y el dinero grande ya se ha subido al tren y está bien acomodado. Cuando llegue el día real del recorte, es muy probable que presenciemos el clásico “vender con la noticia positiva ya materializada”.

Por poner una comparación poco precisa: es como si alguien filtrara que a medianoche habrá regalos en un evento, así que todos hacen cola desde la noche. Cuando llega la hora, resulta que hay poquísimas plazas: los primeros han perdido horas de sueño para nada, y los de atrás ni siquiera tienen oportunidad. Así funciona el mercado: cuando las expectativas se han exprimido al máximo, la realidad suele decepcionar.

Si repasas los datos históricos, verás que cuando la probabilidad de recorte supera el 80% y finalmente se cumple, el S&P 500 tiene más de un 60% de probabilidad de corregir durante la semana siguiente. Los que más sufren son los jugadores apalancados: el beneficio de un recorte de 25 puntos básicos puede que ni siquiera compense sus pérdidas por liquidación.

Así que, cuidado, la expectativa de recorte es un arma de doble filo. No te lances a ciegas sólo por la noticia: nunca faltan los que “compran en la cima” y se quedan atrapados. Espero que tu asignación de activos sea lo suficientemente sólida como para soportar la presión vendedora cuando se materialice la noticia positiva.

(Este artículo es solo una observación de mercado, no constituye ninguna recomendación de inversión.)