¿Has visto alguna vez un shitcoin que se multiplica por 20 nada más abrir el mercado? Un proyecto de Launchpad salió al mercado y el primer día el precio subió directamente de 0,5 U a 10 U. Si tenías la suerte de haber comprado 1.000 monedas, podías hacer cash-out ese mismo día por 20.000 dólares. ¡Esta velocidad de crear riqueza es aún más loca que la minería!

Pero los desastres son aún más frecuentes. Hace poco, el token de un ecosistema de una blockchain se disparó 15 veces el día de su lanzamiento, y todo el grupo estaba celebrando su “clave de la riqueza”. ¿Y el resultado? Tres días después, el precio cayó a cero y desaparecieron; los que compraron en el punto más alto vieron cómo su capital se evaporaba en un 90%. Aquellos que presumían de capturas de pantalla de sus ganancias en Discord, ahora ni se atreven a cambiar de avatar.

Estos dos casos juntos son una lección viviente: cuando una nueva moneda sale sin ningún mecanismo de suspensión de cotización, todo es un juego psicológico. Puede hacerte rico de la noche a la mañana, o dejarte en la ruina en un instante: del sueño de un Porsche a la cruda realidad del metro.

La parte más surrealista de las criptomonedas es que nunca sabes si lo siguiente será el paraíso o el infierno. Es fácil disfrutar viendo a otros ganar, pero cuando te toca a ti perder, no olvides que este juego siempre ha sido una suma cero.