Hay algo bastante surrealista: Peter Schiff, el fiel defensor del oro que ha criticado a Bitcoin durante quince años, acaba de subirse al escenario de uno de los principales exchanges para lanzar su propio token. Así es, ha convertido su adorado oro en el tipo de token que antes despreciaba profundamente; un giro digno del mayor zasca del año.

Para rematar, el fundador del exchange sacó en directo un lingote de oro valorado en 130.000 dólares para que Schiff comprobara si era auténtico. Tras quedarse un rato atónito, Schiff titubeó y dijo que el color no le cuadraba, que habría que analizarlo en laboratorio. El fundador le respondió al instante: “¿Ves? Es difícil distinguir si el oro es verdadero o falso y transportarlo es un engorro; el Bitcoin, en cambio, puede verificarse y transferirse al instante, incluso en la Luna”. Esta escena es el fiel reflejo de la transición entre la vieja y la nueva era financiera.

En realidad, detrás de todo esto hay una narrativa aún mayor: la tokenización de activos del mundo real (RWA) se está convirtiendo en tendencia dominante. El oro, los inmuebles, los bonos y otros activos tradicionales están desbloqueando liquidez, reduciendo barreras y aumentando la eficiencia gracias a la tecnología blockchain. Incluso los oponentes más acérrimos empiezan a subirse al carro, lo que demuestra que esta ola es imparable.

No te quedes solo con el espectáculo; es más importante entender la señal. Cuando billones en activos del mundo real empiecen a migrar a la blockchain, quien no siga el ritmo puede quedarse definitivamente rezagado.