Quedarse fuera y ver a otros hacerse ricos desde la orilla, eso sí que es una experiencia agridulce en la vida.
En el mundo cripto, lo más doloroso no es perder, sino ¡quedarse fuera! Cuando pierdes, al menos puedes consolarte pensando que has ganado experiencia; pero quedarse fuera es estar en la orilla viendo a otros despegar, teniendo el billete en la mano pero sin subirte al barco.
Mi caso más clásico de quedarme fuera fue cuando dudé con cierta moneda a 2 dólares, me lo pensé a 3 dólares, esperé una corrección a 4 dólares y al final se disparó hasta 14. Fue como ver a otros en un bufé libre mientras yo masticaba aire. Lo más gracioso es que, tras compartirlo en la plaza de Gate, descubrí que todos han pasado por lo mismo: algunos esperaron la corrección hasta quedarse calvos; otros esperaron la segunda entrada hasta que terminó el mercado alcista; alguien dijo “entro en unos días” y, cuando se quiso dar cuenta, en dos días el precio ya se había disparado. En realidad, quedarse fuera fortalece más tu mentalidad que perder. Te obliga a afrontar una verdad: el mercado no va a esperarte.
Lo bueno de la plaza de Gate es que todos esos “momentos dolorosos” se convierten en “sanación colectiva”. Recordamos juntos y entre risas esas veces que nos quedamos fuera, y nos animamos a no dudar tanto la próxima vez. Quedarse fuera duele, pero compartirlo sienta genial. Fondo de felicidad +1.
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#我的币圈搞笑瞬间,
Quedarse fuera y ver a otros hacerse ricos desde la orilla, eso sí que es una experiencia agridulce en la vida.
En el mundo cripto, lo más doloroso no es perder, sino ¡quedarse fuera!
Cuando pierdes, al menos puedes consolarte pensando que has ganado experiencia;
pero quedarse fuera es estar en la orilla viendo a otros despegar, teniendo el billete en la mano pero sin subirte al barco.
Mi caso más clásico de quedarme fuera fue cuando dudé con cierta moneda a 2 dólares, me lo pensé a 3 dólares, esperé una corrección a 4 dólares y al final se disparó hasta 14.
Fue como ver a otros en un bufé libre mientras yo masticaba aire.
Lo más gracioso es que, tras compartirlo en la plaza de Gate, descubrí que todos han pasado por lo mismo:
algunos esperaron la corrección hasta quedarse calvos;
otros esperaron la segunda entrada hasta que terminó el mercado alcista;
alguien dijo “entro en unos días” y, cuando se quiso dar cuenta, en dos días el precio ya se había disparado.
En realidad, quedarse fuera fortalece más tu mentalidad que perder.
Te obliga a afrontar una verdad: el mercado no va a esperarte.
Lo bueno de la plaza de Gate es que
todos esos “momentos dolorosos” se convierten en “sanación colectiva”.
Recordamos juntos y entre risas esas veces que nos quedamos fuera, y nos animamos a no dudar tanto la próxima vez.
Quedarse fuera duele, pero compartirlo sienta genial.
Fondo de felicidad +1.